![](https://static.wixstatic.com/media/6f4015_aa67b041ea744d798d46612545fe2e6c~mv1.jpg/v1/fill/w_960,h_720,al_c,q_85,enc_avif,quality_auto/6f4015_aa67b041ea744d798d46612545fe2e6c~mv1.jpg)
En el vuelo Barcelona-Madrid no callamos. Supongo que la emoción, la incertidumbre, y el no poder creer que por fin (POR FIN!) haya llegado el momento nos tiene inquietas y frenéticas por dentro. Una primera conversación más allá de "¿llevas euros o dólares?", "¿te ha contestado la fundación?" o "¿qué ratio pantalón corto/pantalón largo?", descubre mil pensamientos, sensaciones y sentimientos en común. Una primera conversación que sabes no vas a olvidar, que recordarás en cenas de reencuentro.
Parece que compartimos un espíritu o una visión. Me dan ganas de apuntar en mi libreta varias frases de las descubiertas y muy sinceras Juliana y Laia. Compartimos una vena activista, el no poder quedarse indiferente ante aquello que no creemos justo. Queremos contribuir socialmente ahora y en un futuro profesional, bla bla bla. Juliana nos hace aterrizar en el presente, nos explica que considera esta etapa de su vida como una de aprendizaje, de navegar entre el conocimiento, del amor al saber. Laia comparte que percibe la felicidad en cada momento preciso y en la sencillez.
Estamos de acuerdo en que tanto una cosa como la otra son actitudes a ejercitar y practicar, y nos parece que los próximos tres meses son ideales para ello. Y es que esto es todo lo que tenemos claro, queremos empaparnos de Guatemala, Xela y su gente, del proyecto y de sus lugares. Queremos escuchar, observar, entender, comprender y aportar alguna cosa. Queremos hablar con todo el mundo y compartir muchos momentos. Seremos esponjas.
Queremos entrar en silencio y recordar que, en el fondo, venimos a regalar un poco de alegría cada día. Queremos "encontrarnos a nosotras mismas" pero no sabemos muy bien qué buscamos, quizás por miedo al hallazgo.
No somos del todo conscientes de la suerte que tenemos. Juliana repite una y otra vez que es feliz, y a mi me asombra y me encanta la naturalidad con la que nos conocemos volando.